Chumby y Nabaztag

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Te compraste un discman y tiraste el walkman pensando que no habría nada más avanzado. Hasta que llegó el iPod, luego el iPod video, más tarde el iPhone y después... ¿Te suena la historia? Nuestra vida es una secuencia de compra y retirada de cacharros bajo la promesa de ser el “no va más”. Compromiso que dura unos pocos meses, hasta que Steve Jobs o Sony o Nintendo o cualquier otro gurú/marca de tecnología y ¡plas! lanza otro modelo o protocolo o sistema dispuesto a fulminar en calidad y comodidad a todos los anteriores.

Nada de esto es casual ni responde al interés altruista del señor del jersey de cuello alto de hacernos la vida. El fenómeno se llama obsolescencia programada (cacharros que se estropean al cabo de unos meses de vida o que son sustituidos por otros “mejorados”) y sirve para que nos dejemos la pasta periódicamente y, en definitiva, la rueda siga girando.Como la situación económica (ni la ecológica, de la que todo el mundo parece haberse olvidado con la crisis) está como para andar renovando equipos cada semana, están apareciendo gadgets que tienen el objetivo de superar la maldita obsolescencia. ¿Cómo? Creando dispositivos cuyas funciones las define el usuario. Son los personal information display (monitores personales de información), unos cacharros personalizables, que cobran vida cuando les instalamos aplicaciones y widgets que, obviamente, pueden actualizarse de manera infinita sin que el trasto en sí precise de renovación. No son ordenadores, sino dispositivos sencillos conectados a Internet y que precisan de poca energía para funcionar. Eso sí, apenas si se puede interactuar con algunos de ellos, lo que quiere decir que no podamos leer la prensa, ver la previsión del tiempo, escribir un correo electrónico, escuchar música o usarlo como un sofisticado despertador.
El primer (y, lo confesamos, el más mono) de estos gadgets en aparecer en el mercado fue el conejito Nabaztag (conejo, en armenio). Se trata de un dispositivo con conexión wi-fi, completamente programable y personalizable .

El trasto nos permite navegar por Internet, dar noticias, lee correos y cualquier otra acción que hagamos normalmente cuando estamos conectados. Con una peculiaridad, el conejito no tiene pantalla, así que literalmente “lee” la información (está disponible en 16 idiomas distintos, incluyendo el castellano) o la visualiza moviendo las orejas y emitiendo luces de diferentes intensidades y colores. Otra pijada, perdón, característica del Nabaztag es que permite que los conejitos se comuniquen entre ellos. Es decir, nos deja enviar mensajes directos a usarios de este gadget monísimo.

Más sofisticado y tuneable por dentro y por fuera, es el Chumby. Seleccionado como uno de los mejores gadgets del pasado 2008 por la revista Wired, esta especie de híbrido entre despertador y cojín anti-estrés, alberga un pequeño ordenador en su interior con conexión wi-fi a partir de la cual se pueden instalar infinitas pequeñas aplicaciones. A diferencia de su tierno antecesor, el Chumby sí dispone de una pantalla táctil y utiliza Linux como sistema operativo (¡como debe ser!, dicen algunos en Notodo), así como altavoces y dos puertos USB. Con esta sencillísima configuración y tras camelarse a la comunidad de desarolladores de software libre, desde su página se pueden descargar centenares de widgets con los que acceder a redes sociales, consultar o escribir correos, leer noticias o ver vídeos. Cuesta 199 $ y, de momento, sólo está disponible en Estados Unidos.Y sí, también puede usarse como un despertador.

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Se recomienda vistar las web de:

Nabaztag

Chumby

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